jueves, 2 de diciembre de 2010

Invierno (II)


Invierno recorría la ciudad. Su humor dejaba mucho que desear, ella lo sabía y eso empeoraba más la situación. Verano le jugó a Otoño una broma pesada que fue más allá de lo previsto y culminó en la incapacitación temporal de la víctima. Invierno tuvo que improvisar para no dejar que el clima se descontrolara aún más. El cambio debe ser gradual, no brusco - pensaba Invierno. Muchas criaturas y plantas necesitaban más tiempo para prepararse a su llegada, y por culpa de un acto infantil, muchos sufrirían. Una nueva ola de coraje la invadió,  la ciudad fue recorrida de pronto por una honda de frio que hizo que algunos cristales crujieran. Cálmate – se reprendió. De lo contrario sólo empeorarás las cosas.

Lo que para los mortales percibían como un viento brusco y helado que se colaba por todas partes, era en realidad un ejército de brizas gélidas. Estas habían sido enviadas por Invierno con el fin de explorar toda la ciudad y buscar víctimas en especial vulnerables al cambio de clima brusco. Cuando encontraban alguna iban en búsqueda de su ama y la dirigía hasta la víctima del clima. Llevar pan duro y algodón a la madriguera de unos ratones, mover un panal a un invernadero, ayudar a unos perros a mover sus cachorros a un cobertizo, y ordenar a las ráfagas de viento llevar cuanta partícula de estiércol encontraran a las plantas para mantenerlas más calientes, eran las actividades que ocupaban a la diosa.

De vez en cuando se topaba con una figura que aparentaba unos treinta años, de tez blanca perfectamente rasurada, cabello negro con corte de salón, y cuerpo firme sin llegar a ser robusto. Entonces sabía que había llegado demasiado tarde. La primera vez que se toparon el dios la saludo y le preguntó por el paradero de Otoño. Ella le explicó lo de la broma gastada por Verano. Eso explica el súbito aumento en la carga en el trabajo – comentó el dios mientras ayudaba al alma de un gato a salir de su cuerpo congelado. Ven amiguito, te llevaré a un lugar lleno de ratones, ratas y todo tipo de bichos. Te va a gustar. El espectro del gato saltó con gusto a los brazos de Muerte y se acurrucó con un ronroneo. Invierno sintió un profundo pesar recorrer su existencia, y en la ciudad comenzó a nevar. Muerte volteó hacia el cielo y le dijo a la Diosa: Ten cuidado o me darás aún más trabajo del que ya tengo; bueno nos estamos viendo. Dio la media vuelta y emprendió camino con el gato entre los brazos.

Invierno no quería que las cosas murieran por su culpa antes de su tiempo. Racionalizaba que en realidad era culpa de Verano, pero no podía dejar de sentirse culpable cada vez que Muerte llegaba antes que ella. Suplicó a sus brizas que se apuraran, que fueran más veloces y exhaustivas, y las brizas alegres de la libertad después de tantos meses cumplieron su labor. Para ellas era un juego, en el cual tenían que encontrar víctimas y llevar a su ama antes que de que llegara el señor de la quietud.

Como siempre, los mortales continuaban sus vidas sin idea de lo que pasaba a su alrededor. Lo que percibían era un invierno prematuro que aún no se decidía a entrar, y se rompían la cabeza en explicar las hondas heladas repentinas y el origen de aquel viento que aunque no fuerte sí estaba en todas partes. El drama para una, el juego para otros, el ejercicio de su trabajo para aquel y una molestia para los más. De una forma imperceptible, la ciudad estaba sumergida en el caos.

2 comentarios:

  1. Ohhhh Dios, ahora entiendo los repentinos menos 20 grados y la cantidad de nieve que no está cayendo encima.... :)

    Abrazos desde el casi polo norte....

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  2. Que se me hace que Muerte e Invierno van a terminar juntos! O al menos eso quiero pensar :D t amo...

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