viernes, 17 de diciembre de 2010

II - Audiencia

fear me by rammkitty-stock
El Heraldo de Trimegisto extendió el pergamino sobre el mostrador de la tienda y leyó en voz alta en el tono de voz monótono de quién lleva tanto años haciendo la misma labor que no se percata de lo que dice, ni quien lo dice y mucho menos a quién se dirige. La simple introducción y demás parafernalia burocrática tomó cinco minutos. El contenido relevante era que se le acusaba a Enon de ocasionar desazón en la ciudadanía de Megistopolis y por lo tanto se le requería para una audiencia en el departamento de Conciliación del Trimegisto en la brevedad. Al terminar su cometido, el Heraldo, enrolló el pergamino, lo guardó en el macuto, y salió de la tienda. 

Enon no supo que hacer, Helix no estaba en la tienda y esperaba a un cliente importante que iba a recoger un haz de componentes varios. Dado que la misiva solicitaba su presencia a la brevedad y no la exigía de forma inmediata, decidió que lo mejor era esperar a que regresara el viejo cascarrabias y entonces presentarse en el Concilio de Trimegisto.

Su maestro, empleador y amigo no regresó esa mañana así que a medio día cerró la tienda, dejó escribió una nota a Helix informándole que se iba a ausentar la tarde y se marchó a su casa a comer y alistarse. Los padres de Enon no tomaron bien la noticia, despotricaron contra el sistema y amenazaron con organizar una revuelta si El Concilio levantaba tan sólo un dedo en contra de su hijo. Tranquilizar a la pareja y asegurarles que no había motivo de preocupación resultó más difícil de lo que creyó, no tanto por lo reaccionarios que eran sus padres, sino porque él mismo estaba preocupado. Después de comer se atavió con la mejor toga que poseía, una toga común y corriente que no mantenía su color original y no tenía ninguna señal de compostura porque era la única que había comprado nueva. Se alisó el cabello y partió hacia el departamento de Conciliación de Trimegisto.

Una vez allí, Enon se dirigió al mostrador de información. Una maga regordeta con cabello enredado, un sombrero lleno de polvo y con las uñas más largas que Enon había visto en su vida, comía un pedazo de algo que parecía una tarta de carne que emitía un fuerte olor a grasa. Apenas dirigiéndole un poco de su atención bufó en dirección a una pequeña puerta. Enon tocó en la puerta y entró en un cuarto oscuro, apenas iluminado por una vela que casi se apaga por el viento ocasionado al abrir la puerta. Una voz severa desde las sombras le dijo que entrara y que cerrara la puerta. Le indicó que se sentara en una silla frente a un pequeño escritorio.

La voz le preguntó su nombre, el nombre de sus padres, el nombre de su maestro, a que se dedicaba cada uno de los antes mencionados. Cuando terminó el cuestionamiento inicial, se hiso una pausa en la cual Enon escuchó un jadeo y un sutil golpeteo constante. Después la voz comenzó a cuestionarle sobre cada aspecto de su vida desde la infancia hasta momentos antes de entrar en esa puerta. La voz se disculpó por la hechicera en la recepción y le explicó que había tenido que reemplazar a la verdadera hechicera, que era aún más hostil, por un trol disfrazado para que lo dirigieran hasta esa puerta. También explicó que Helix había desaparecido esa mañana, nadie había reportado su ausencia, el levantamiento de un reporte de desaparición en el Concilio Trimegisto sólo podía significar que el viejo cascarrabias no iba a volver a aparecer. El citatorio al departamento de Conciliación por parte de el heraldo había sido una treta para intentar inculparlo y de no haber sido desviado a ese cuarto por el trol, jamás hubiera vuelto a ver la libertad.

Un Enon abrumado por los eventos que se resolvían a su alrededor le preguntó a la voz que quién era y por qué sabía tanto. La voz se disculpó diciendo que era un viejo amigo de Helix, que formaban parte de un pequeño grupo de magos renegados que se dedicaban a combatir la injusticia y corrupción de las castas superiores. Cada uno de ellos tenía su propia red de contactos y rara vez se veían, salvo para emprender acción en contra de alguien específico. Una semana antes el viejo cascarrabias le había visitado y le pidió que resguardara un sombrero de mago tan viejo como su dueño y aún más maltratado, junto con el sombrero le dio un fardo sellado con cera y le pidió que en caso de que lo peor llegara a pasar le diera las encomiendas a Enon y lo enviara fuera de la ciudad.

La voz severa calló, al escuchar los sollozos del mago, entonces de las sombras salió el dueño de la voz. Enon calló de golpe, guardó silencio uno momento y sin poder contenerse soltó una carcajada. Un perro de tamaño mediano vestía una toga de funcionario del Concilio Trimegisto, la capa arrastraba y la capucha apenas y dejaba ver el hocico del animal. El perro carraspeo y con la misma voz severa le dijo que era más seguro si nunca veía su verdadera forma, así como Helix tenía un don para los ingredientes mágicos y las hierbas, el don de él era la transmutación, razón por la cual el trol de afuera había pasado tanto tiempo desapercibido.

Después de hablar por largo rato, el perro tranquilizó a Enon y este a su vez le hiso mil preguntas que fueron evadidas por su bien. Lo que importaba era que el Concilio Trimegisto ya había escogido a Enon como chivo expiatorio, no había forma de que permaneciese en la ciudad sin ser capturado y condenado por la desaparición de Helix. El perro no tenía idea de por qué Helix había confiado a su aprendiz el sombrero y el fardo pero era de vital importancia que no permitiera que cayeran en manos de las castas superiores de Megistopolis. El pequeño grupo de magos renegados se encargarían del bienestar de los padres de Enon, el perro en persona le informaría a sus padres de lo sucedido en esa pequeña audiencia.

Horas más tarde, poco antes de que se cerraran las puertas de la ciudad al ocultarse el sol, Enon cruzó el umbral de Megistopolis. Llevaba consigo su mejor toga, un sombrero de mago cuya punta estaba se rehusaba a permanecer en su lugar y caía hacia un lado, una mochila llena de provisiones para un par de días, un morral con unas cuantas monedas de oro, fardo sellado con cera y un báculo de madera tosca y retorcida. Una vez fuera, Enon se detuvo, giró la cabeza y mentalmente se despidió de su vida.

1 comentario:

  1. Quiero más! Ahora! Máaaaaaaas! Reclamo, exijo, demando, suplico la continuación de este cuento. T amo

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