jueves, 25 de noviembre de 2010

Los Cuatro Frente a El Altísimo


Los cuatro jinetes se arrodillaron frente a su Señor. El altísimo hiso un gesto con la mano y éstos se pusieron de pie. Muerte fue quién rompió el silencio.
- Temo decirle señor que hemos fallado rotundamente – si su esquelética cara hubiera podido mostrar alguna emoción, decepción hubiera sido la elegida. – Llegamos en nuestros corceles, en medio de un eclipse blandiendo nuestras armas y gritando a los cuatro vientos los portentos del fin del mundo. 

Guerra intervino atropelladamente – Señor, por más que busqué, no había una nación en paz. Revueltas, guerras, invasiones, todas están presente en algún lugar u otro. Inclusive tengo que admitir que aprendí una que otra cosa nueva. – Su cara se iluminó por unos momentos. – Tienen lo que ellos denominan juegos de estrategia que hace de cada uno de sus niños unos pequeños Sun Tsu.
- ¿Y tu peste, que tienes que decir? – Pregunto su gentil Señor.
- Pues pese a que todo estaba repleto de plagas y contaminantes, no me dejé impresionar y solté todo cuanto se me ocurrió sobre su población. – Lágrimas negras brotaron de sus ojos y continuó sollozando – Fue inútil, ni siquiera se percataron. Algunas empresas inclusive se aprovecharon para salir ganando al inventar medicinas de patente. – Peste guardó silencio y Jesús aguardó hasta que cesara el llanto de la jinete.

Hambruna rompió el silencio – Pese al rotundo fracaso de la estrategia Señor, si no es mucho pedir, me gustaría regresar – Su rostro se ruborizó al hacer la petición.
- ¿Y por qué querrías regresar? – Pregunto El Altísimo intrigado.
- Porque resulta que causé sensación, me hicieron la imagen de las mejores firmas y todas las niñas quieren ser como yo. – Su rostro era la imagen viva de la emoción – Nunca había recibido tanta atención, siempre fue la jinete de la que todos se reían, pero hoy soy lo máximo para ellos.

- Muerte, ¿qué tienes que aportar? – Preguntó El Creador.
- Simple y sencillamente no puedo competir con la tasa de natalidad. Faltaría uno de mí en cada país para poder hacer una diferencia, a lo mejor dos en los países más pobres.
- ¿Y Satanás, saben algo de él, lo envié tras de ustedes, pero no he sabido nada de él?
Peste, Ambruna y Guerra miraron a Muerte con gesto suplicante, éste asintió y habló por ellos.
- El pozo sulfuroso se abrió con estrépito en medio de una gran ciudad, Satanás salió de allí pero no le dieron chance de decir una palabra siquiera. Las autoridades le arrestaron por emisión de químicos, prácticas riesgosas para la población y por daños a la infraestructura pública. Ningún abogado quiere tomar su caso porque para ellos es la oportunidad perfecta para deshacerse de su maestro. Si le va bien, enfrenta una pena de entre doscientos y quinientos años, dependiendo del jurado.

El Pescador se tomó de las barbas pensativamente. Los querubines comenzaron a tocar una melodía suave, que indicaba que nadie debía hablar hasta que El Hijo del Dios lo permitiera. Muerte veía fijamente al frente, impasible como siempre; Guerra jugueteaba con el pomo de su espada sentado en la posición de flor de loto; Peste se rascaba la cabeza, los brazos y las piernas. Hambruna jugueteaba con un pie como ensayando poses de bailarina.

La melodía terminó y Jesús habló – Entonces está decidido, pospondremos el fin del mundo hasta nuevo aviso. A lo mejor unos mil u dos mil años estaría bien, salvo ellos apresuren las cosas. -  Su voz se tornó severa. – Ahora déjenme solo que tengo que pensar como le voy a decir a mi papá. – El Altísimo se levantó de su trono y comenzó a pasear de un lado a otro murmurando. – No lo va a entender. Nunca lo hace. Omnisapiente mis pestañas, me pide que haga algo pero...

Ya en el vestíbulo Hambruna fue la primera en hablar:
- Bueno señores, me despido, tengo mucho trabajo por hacer y muchas niñas ricas que quieren mis servicios como entrenadora personal.
- Yo tengo dos ofertas bastante jugosas – dijo Peste – Nada más que aún no sé si me voy al ramo farmacéutico o a la ingeniería de software. Igual y tomo ambas ofertas.
- Pues por mi parte, yo me voy al desarrollo de juegos - dijo Guerra – estos niños y jóvenes representan el mejor reto que jamás haya enfrentado.
- Fue un placer haber trabajado con ustedes de nuevo – comentó Muerte – Si me necesitan estaré ayudando gente a cruzar el rio. Nada más relajante que una buena charla y el sonido del agua.

Los cuatro camaradas se despidieron con alegría y partieron en dirección de los cuatro vientos. Se verían la próxima vez que sus servicios fueran requeridos.

2 comentarios:

  1. Un gusto leerte de nuevo! Abrazos congeladísimos desde la antesala del invierno...brr brr brrr..

    Y...Animo con la abstinencia...cuando menos te das cuenta ya pasó lo peor!!!!!!

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  2. ;i amor. Qué buen cuento! Menos mal los jinetes no se van a quedar sin chamba, hay por donde. :D Te amo...

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